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La justicia anuló un matrimonio porque el marido era impotente

En 1998, cuando comenzaron el noviazgo, ella le pidió mantener la virginidad hasta que concretaran el matrimonio por su creencia religiosa. El lo aceptó. Se casaron en abril de 2005, pero nunca tuvieron relaciones carnales. La historia de amor terminó mal: la mujer pidió a la Justicia que se anulara el vínculo planteando que la impotencia sexual de su marido era un escollo insalvable para la relación. Un juez de Familia de Rosario aceptó su petición y declaró la nulidad del matrimonio. Los nombres de los integrantes de la pareja no fueron revelados.

El relato tuvo un giro grotesco, según confiaron en los tribunales locales. El hombre, al ser notificado del fallo, intentó demostrar que podía tener relaciones con su esposa. Ofreció una prueba que consideró irrefutable: concretar el acto sexual frente al propio juez. No fue siquiera considerado.
El magistrado evaluó que las pericias médicas realizadas a la mujer en enero de 2009 eran suficientes.
Allí se determina que era “virgen” y que “su himen está intacto” . También su “plena aptitud sexual, de lo que se infiere que su cónyuge padece de impotencia coeundi”, concluyó el juez de Familia Ricardo Dutto. La impotencia coeundi refiere a la imposibilidad de realizar el coito aun cuando existen todos los elementos para tener una erección.
En su presentación, M.D. planteó el deseo de formar una familia. Al no poder tener relaciones con su esposo le pidió que visitara a un especialista. La negativa del hombre “tornó insostenible” la convivencia. En noviembre de 2008 dejaron de cohabitar.
El demandado admitió que el matrimonio no se consumó, pero descartó tener problemas sexuales. Explicó, según consta en el fallo, que tuvo “sexo oral pero no penetración porque a su esposa le daba ‘cosita’”, y detalla que se masturbaban mutuamente, práctica que realizaron antes y después de casarse “entre 15 y 20” veces.
C.D., un periodista deportivo de 40 años, aseguró que siempre tenía erecciones cuando la esposa lo masturbaba y que ella “terminaba con un gemido propio del orgasmo”. Admite que suspendieron el sexo oral porque ella se lo pidió.
Según dice en el fallo, “lo único que no he tenido es penetración vaginal y/o anal”, se defendió el hombre. Incluso confió haber intentando recurrir a videos pornográficos para concretar relaciones carnales, pero que esa idea “ofuscó” a la esposa. “El criterio de mantener relaciones sexuales es relativo porque pueden existir sin penetración”, insistió.
El hombre fue sometido a distintas pericias. No hay evidencia de que exista un cuadro de impotencia sexual psíquica. Tampoco “anomalías orgánicas externas”. Pero si impotencia coeundi.
La mujer cree que el hombre conocía sus problemas de impotencia antes del casamiento, por lo que pretendía que se lo sancionara por cometer un acto de “mala fe”. El juez desestimó ese punto.
El caso no es inédito, pero si poco frecuente, aun cuando la ley lo contemple. La abogada especialista en derecho de familia Marta Carnielli, quien ejerció la profesión durante 38 años, comentó a Clarín que sólo trabajó un caso semejante. Su defendida también consiguió la nulidad del matrimonio. Pero la impotencia del hombre, en aquel caso, era particular: los estudios confirmaron que sólo la padecía con su esposa.

Del altar al juzgado

Estuvieron diez años juntos.C.D. y M.D. (así figuran en la causa) se enamoraron en 1998. Por su creencia religiosa, ella le pidió mantener la virginidad hasta que concretaran el matrimonio. El aceptó.

Se casaron en 2005 y convivieron hasta fines de 2008, pero nunca tuvieron relaciones carnales.

En 2009 ella se realizó pericias médicas, donde se determinó que aun mantenía su virginidad.

En el juicio, el hombre admitió que no consumaron el matrimonio, pero dijo que tenían sexo oral, con lo cual no es impotente. Para la Justicia se trata de impotencia coeundi (imposibilidad de realizar el coito aun cuando hay erección).
Clarin 18.08.11

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